Te atrapa, te hace presa del drama, condiciona tu vida, te sume en un vaivén de emociones, te destroza, te invalida. De alguna manera la co-dependencia también  te mata.

La manera en que lo hace es muy sutil, porque el disfraz que utiliza te hace sentir adecuado. Te hace sentir útil. Y esa, es su droga. Te da un rol, un sentido de vida.

El co-dependiente puede desplegar su repertorio conductual y emocional con relaciones de todo tipo, ya sea familiar, sentimental, de amistad o profesional.

Y para dejarnos de rodeos, vamos a llamar las cosas directamente por su nombre. La co-dependencia es una adicción. Adicción a controlar, proteger, responsabilizarse, cuidar, etc, a la persona dependiente.

La intención consciente, es ayudar a la persona en sus dificultades, pero la realidad es que todos estos actos de “ayuda”, perpetúan su dependencia. A menudo, estos actos considerados amor, alargan el sufrimiento en ambas direcciones.

Buen ejemplo sería  una madre que proporciona sustancia a su hijo adicto para que “no lo busque en la calle”. Su intención es ayudar, pero su conducta mantiene la adicción del primero y el sufrimiento de ambos.

Otro ejemplo más, sería una chica que no pone límites a su pareja porque es “muy sensible” probablemente eso impida que ésta desarrolle por sí misma estrategias de afrontamiento y en consecuencia la chica deba continuar ocupándose de la responsabilidades de su compañero/a.

El dependiente aprende a ser provisto de sus necesidades enfermas, y el co-dependiente deja tomar parte a su “yo narcisista” que le dice que sin él/ella el dependiente estaría perdido.

La pregunta es ¿ cuánto de perdido sigue aquel, en manos de alguien que sostiene su ingobernabilidad?.

El co-dependiente utiliza, la dependencia del segundo, para aumentar su propia autoestima. Su existencia y seguridad se basan en el servicio mal entendido al prójimo. Y si, en efecto, aunque su deseo  consciente es que el dependiente se encuentre bien y sea autónomo, todas sus acciones mantienen la dependencia de éste en búsqueda de no perder esa posición.

Porque…¿ qué ocurre si esta persona le deja de necesitar?.

A menudo el co-dependiente abandona su vida personal, de manera que aunque ésta parezca ser funcional, en realidad gira en torno a la conducta co-dependiente. Así, y respondiendo a la pregunta anterior, si la persona dependiente deja de necesitarle, su rol de cuidador desaparece y con él, el sentido de vida.

Lo adictivo de la situación supone, que para que la persona se sienta bien,necesita al otro en su  posición dependiente y éste a su vez de los cuidados del primero. La realidad es que la conducta del primero refuerza la del segundo y viceversa.

Es frecuente que las personas co-dependientes, hayan tenido unas figuras de apego ambivalente. Los niños que han crecido con este tipo de apego, desarrolla una gran inseguridad, al no saber en función de qué recibirán aquello que necesitan. Por eso lo buscaban incesantemente, ya que se instaura la idea de que algo malo debe haber en ellos que deben suplir con un despliegue de atenciones para “ser querido”.

Bajo este supuesto, el co-dependiente a modo de supervivencia emocional, necesita mantener vivo este rol a través de que el dependiente mantenga el suyo. De ahí el control que ejercen sobre ellos. De esta manera  ¡ la obsesión está servida!. El seudo-bienestar solo existe mediante  controlar, cuidar y responsabilizarse del otro del mismo modo que un adicto al juego encuentra ese seudo-placer en una “partida”.

La culpa y la frustración son dos emociones frecuentes en las personas co-dependiente. La responsabilidad de la que se hacen cargo, les lleva a estas emociones cuando sus ideas distorsionadas les hacen sentir que el estado de ánimo del otro depende de sus cuidados.

Todos estos esfuerzos, por ser queridos, acogidos, valorados, desde el niño insatisfecho en sus necesidades, despiertan como adulto una gran frustración cuando sus esfuerzos por ser el perfecto cuidador no son aprobados de la manera en la que les gustaría.

A menudo estos esfuerzos vienen acompañados de peticiones y reproches desde el resentimiento que supone detener tu vida en el cuidado de otro. Ese malestar se vuelca en el dependiente manipulándole emocionalmente. La realidad es que el co-dependiente deposita su propia incapacidad para soltar el control en el dependiente haciéndole cargo de su malestar.

La co-dependencia puede ser tratada terapéuticamente con éxito. La terapia de grupo se ha demostrado efectiva para abordarla debido al apoyo mutuo y los modelos de cambio que se encuentran en él. La terapia individual es de vital importancia en este proceso ya que la persona necesita realizar un proceso profundo de introspección y cambio en su sistema de creencias y en sus asociaciones emocionales.

Yaiza Cabrera

 

 

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