El TOC es un trastorno con diferentes manifestaciones clínicas y con distintos niveles de gravedad; pero que en líneas generales se manifiesta cuando en nuestro pensamiento, experimentamos la presencia de ideas, imágenes o impulsos, de un modo repetitivo e insistente, que generan malestar y ansiedad.

También a nivel de conducta, pueden aparecer compulsiones, que son acciones o rituales reiterativos, que van a tratar de disminuir la angustia producida por las ideas obsesivas, aunque pueden no tener una relación directa con ellas.

Ambos fenómenos, las ideas obsesivas y las compulsiones o rituales, son vividos como una intrusión, los pacientes suelen reconocer el carácter irracional e ilógico de ellas pero no pueden impedir que irrumpan en su mente y en su conducta.

El mecanismo es un bucle que genera una gran ansiedad, ya que cuando la persona trata de oponerse a que aparezcan los pensamientos o a realizar los actos compulsivos, que liberan en un primer momento su angustia, los niveles de ansiedad se disparan, y se es más vulnerable al pensamiento obsesivo o a la acción compulsiva.

Esta presencia de la ansiedad como una de las emociones características en el TOC, hizo que hasta el DSM V (sistema de clasificación diagnóstica que usamos los profesionales de la Salud Mental) se incluyera dentro de la categoría de «Trastornos de Ansiedad». Pero en la nueva revisión se ha establecido un capítulo específico e independiente dedicado al «TOC y enfermedades relacionadas»; dado que en los estudios más recientes se ha comprobado que el trastorno obsesivo-compulsivo tiene unas características diferenciadas.

Una de las preocupaciones de los profesionales de la Psiquiatría y la Psicología, es la prevención y en ese sentido la comprensión y la identificación de síntomas tempranos es fundamental para actuar cuanto antes.

Con este afán he recopilado los ejemplos más frecuentes de los pensamientos obsesivos y de las compulsiones o rituales.

Tratamiento del TOC

El tratamiento más efectivo es el psicofarmacológico combinado con la terapia cognitivo conductual.

En cuanto al tratamiento farmacológico del TOC, se basa en la utilización de antidepresivos, ya sean los clásicos tricíclicos o los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) principalmente. Estos últimos tienen una eficacia de mejora del 40 al 60% de los pacientes.

Aunque en general la evolución del trastorno obsesivo-compulsivo es crónica, con fluctuaciones de los síntomas relacionados con factores estresantes externos. El pronóstico es bueno si se aplica un tratamiento combinado, que se mantenga a largo plazo y se centre, después de la fase aguda, en la prevención de futuras recaídas.

Dado que hay diferentes grados en cuanto a la intensidad y gravedad del trastorno, es imprescindible personalizar la información para cada caso, para poder establecer un pronóstico certero.

Se sigue investigando y avanzando en el conocimiento científico del TOC y de su tratamiento, sobre todo en los casos más graves y resistentes.

El TOC es un trastorno complejo que requiere comprensión y una gran sensibilidad por parte de familiares y personas cercanas a quien lo padece.

6 cuestiones básicas que debemos conocer y tener en cuenta sobre las personas con TOC

  1. Una persona con trastorno obsesivo-compulsivo tiene frecuentemente ansiedad y en ocasiones ánimo bajo; se da cuenta de que tiene un problema y puede sentir culpa y vergüenza, o tener «miedo de volverse loco».
  2. Las personas con TOC “no están locas”, aunque ellas a veces puedan sentirse así, al ser conscientes de que sus pensamientos y conductas son poco apropiados. Por lo general, la persona reconoce la falta de sentido de su conducta (algo que no siempre ocurre en niños pequeños) y no obtiene placer en realizar esa actividad, aunque realizarla disminuye momentáneamente la ansiedad que provoca su obsesión.
  3. Normalmente, sus familiares y amigos también se dan cuenta del problema, pero a veces pueden no entender que no sean capaces de controlar sus síntomas. Otras veces, en su deseo de ayudarles, pueden aparentar que los síntomas no existen, justificarlos o incluso, colaborar en sus rituales –comportamiento que se considera contraproducente–.
  4. El “círculo vicioso del TOC”: genera para el paciente una ansiedad, angustia y malestar intensos y puede limitar muchos aspectos de su vida diaria, desde vestirse o salir de casa, hasta relacionarse con los demás.
  5. Las personas con trastorno obsesivo-compulsivo a menudo creen que ellas son las únicas que tienen esos pensamientos irracionales y obsesivos, y sienten a menudo vergüenza y temor de contarlo o pedir ayuda. Este hecho retrasa el diagnóstico, en ocasiones hasta que se ven “descubiertos”.
  6. Tener TOC no es signo de debilidad o falta de voluntad para detener los pensamientos o las conductas producidas por el trastorno.

En el trastorno obsesivo-compulsivo es esencial la detección precoz y el tratamiento temprano: un TOC sin tratamiento puede aumentar de gravedad y cronicidad.

Si piensas que algún familiar o conocido pudiera estar sufriendo este trastorno, es valioso escuchar a la persona, no enfadarnos con sus “rutinas” ni formar parte de ellas o favorecerlas, y aconsejar que acuda a los profesionales especializados, psicólogo o psicóloga cognitivo conductual y a un médico especialista en psiquiatría que puedan evaluar su situación y diseñar un tratamiento individualizado de su problema.

Rocío Perea

Médico Psiquiatra en Área Humana. Especialista en Neurociencias. Área de Psiquiatría.

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