El trastorno límite de la personalidad (TLP) es un problema mental grave y crónico que afecta al 2% de la población general. Los síntomas son muy variados y generan sufrimiento al que lo padece y a las personas que lo rodean. Por diferentes motivos, muchos pacientes de TLP abandona el tratamiento o lo siguen de una manera muy intermitente, lo que dificulta mucho el curso de su vida a nivel familiar, social, sentimental y laboral.

Así lo explica en una entrevista con Infosalus el psicólogo clínico del servicio de Psiquiatría del Hospital de Mataró y doctor en Psicología Álvaro Frías, en ‘Vivir con el trastorno límite de la personalidad. Una guía clínica para pacientes’ (Desclée De Brouwer), un manual que surge como herramienta adicional para los pacientes de TLP, para que les ayude a hacer frente a las diversas complicaciones que experimentan diariamente.

Frías señala que se cree que no hay diferencias de género en cuanto a su frecuencia, si bien sostiene que suele estar más diagnosticado en mujeres que en hombres entre los usuarios de los centros de salud mental. Su diagnóstico dice que debe ser realizado por especialistas (psicólogos y psiquiatras) mediante el uso de entrevistas clínicas.

LOS SÍNTOMAS

Los síntomas que mejor definen este trastorno son la inestabilidad del ánimo y la impulsividad. Junto a estos dos principales pueden presentarse muchos otros síntomas como consecuencia de este trastorno, incluyendo temor al abandono, la dependencia emocional, los sentimientos de vacío, o por ejemplo la desconfianza hacia los demás.

A su vez, el doctor en Psicología señala que uno de los problemas diarios relacionados con una alta inestabilidad del ánimo es la falta de constancia y caos a la hora de mantener rutinas, incluyendo las actividades domésticas, las relaciones sociales y el cumplimiento de la jornada laboral.

Como tarde, Frías cree que estos síntomas deben aparecer a comienzos de la edad adulta (18-21 años), si bien dice que es habitual que debuten cuando ya eran niños (8-11 años). «Los síntomas se acentúan especialmente cuando han de enfrentarse a situaciones estresantes, sobre todo a nivel de relaciones sentimentales, sociales o familiares», apunta.

Para que pueda realizarse el diagnóstico, el doctor en Psicología subraya que la intensidad de los síntomas descritos debe ser tal que afecte claramente a la rutina diaria del paciente. «Pueden tener dificultades para mantener un trabajo estable a jornada completa. También suelen manifestar dificultades para mantener relaciones sentimentales y sociales duraderas o bien, éstas destacan por ser conflictivas y con una alta dependencia emocional», añade.

A su juicio, y dada su experiencia, el diagnóstico es «complejo y muy heterogéneo», y la demora diagnóstica asciende hasta los 7 años desde la primera vez que estas personas aterrizan en un servicio de salud mental. «Pasan por distintas fases hasta que se cataloga como tal», confiesa.

¿CUÁLES SON LAS CAUSAS DEL TLP?

En principio, indica que se considera un diagnóstico multifactorial y generalmente este trastorno es producto de la combinación de factores biológicos y ambientales. Entre los biológicos destaca la genética, ya que según especifica, «en torno al 30-40% del riesgo o predisposición a ser más sensible, más inestable o impulsivo se hereda«.

Mientras, Frías subraya que entre los factores ambientales destaca la presencia del trauma infantil y la ausencia de vínculos emocionales seguros. Como factores ambientales fuera de la familia, el psicólogo clínico lamenta el papel de otros acontecimientos externos como el bullying, o situaciones estresantes que tengan lugar fuera de la casa puedan afectar a ese niño.

En este sentido, el experto indica que algunos de los síntomas de TLP ya aparecen en la niñez o en la adolescencia. Actualmente, sostiene, ya son muchos los expertos que defienden que su diagnóstico pueda realizarse en menores de edad, sobre todo en adolescentes.

«La etapa comprendida entre los 15 y los 35 suele ser la más delicada puesto que este periodo es donde la impulsividad presenta su pico vital. En esta etapa es donde hay un mayor riesgo de autolesiones, reacciones de ira desproporcionadas, promiscuidad sexual, o abuso de drogas, por ejemplo. El diagnóstico de TLP es un trastorno que se debe gestionar durante toda la vida, pero del que puede obtenerse relativa estabilidad en, al menos, un tercio de los casos», advierte Frías.

Asimismo, resalta el experto que al tener un TLP suele incrementar el riesgo de tener otros diagnósticos psiquiátricos en mayor medida que si no se tiene este trastorno. Destacan episodios depresivos, los trastornos alimentarios como la bulimia nerviosa, el trastorno por estrés postraumático, la agorafobia, o el abuso de drogas, por ejemplo, según enumera. «La presencia de estos otros diagnósticos puede afectar negativamente al curso del TLP«, apostilla.

EL TRATAMIENTO

El especialista indica igualmente que el tratamiento que deben seguir estas personas debe ser combinado. Por un lado, la psicoterapia, no menos de dos años, y por otro, el farmacológico, con antidepresivos o estabilizadores del humor. «Éste no sirve para mejorar todo el trastorno, pero sí ayuda en síntomas concretos como la impulsividad o la estabilidad del ánimo», subraya Frías.

Sobre si existe una curación total para el TLP, el doctor en Psicología destaca que, no sólo en este trastorno, sino a nivel general en salud mental, «el concepto de cura no existe». El objetivo en estos casos es la máxima estabilidad posible y ahí es hacia donde se enfocan todos los tratamientos, que las personas se conozcan, vigilen qué les afecta más, los momentos de crisis, y la evolución de la enfermedad.

Fuente: Europa Press, Trastorno Límite

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