La risa es una respuesta psicofisiológica que tiene origen en nuestros pensamientos y emociones, tras percibir algo de nuestro entorno o incluso algo que imaginamos, como gracioso. Es una reacción que empieza en nuestra mente, pero los efectos que produce acaban afectando a todo el resto de nuestro cuerpo, como bien sabemos por experiencia.
¿Quién no ha acabado alguna vez con agujetas en la barriga o incluso llorando (de la risa)?
Los valiosos aportes de la risa a tu vida
Hay muchos efectos de la risa que conocemos o nos pueden parecer intuitivos, pero también nos aporta muchos beneficios que desconocemos e incluso pueden llegar a sorprendernos. A continuación explico algunos de ellos.
1. Es un gran antidepresivo
Es de lógica pensar que mientras uno ríe no se está sintiendo triste. Pero no es sólo eso, ya que el sentido del humor tiene un componente principalmente subjetivo, es decir, en realidad no hay nada que sea gracioso, sino que somos las personas quienes percibimos algo como gracioso. Reír denota una capacidad para desligar los hechos de su contexto, encontrándole la incongruencia que le dota de absurdez.
Por esta razón, aprender a reírnos de las cosas nos aporta una visión más amplia de los hechos cotidianos, de nuestro entorno y sus posibilidades. En este sentido, a largo plazo el hábito de reír puede modificar la percepción subjetiva que tenemos sobre el mundo y las cosas, marcando una tendencia a tomarnos los problemas con más distancia, desdramatizándolos y así ayudándonos a encontrarles una solución más fácilmente. Esto a la vez nos aporta una actitud más optimista hacia la vida y nos hace sentir más capaces de afrontar los problemas.
2. Reduce el estrés
El cerebro está conectado con el sistema endocrino que es el encargado de la segregación de hormonas. Al reír, uno de los efectos que se produce es la reducción de la hormona llamada cortisol, conocida como “hormona del estrés”. Esta hormona, de hecho, se utiliza como indicador en las analíticas para conocer el grado de estrés al que está expuesto una persona. Por lo tanto, la risa y el estrés parecen ser incompatibles.
3. Sustituto de la meditación
La risa, al reducir el estrés, se ha vinculado con una descarga de energía que produce efectos relajantes, ayudando a conciliar mejor el sueño y haciéndolo más reparador. Incluso, se ha equiparado 1 minuto de risa a 45 minutos de meditación, no sólo por sus efectos relajantes inmediatos, sino por la gran variedad de efectos beneficiosos a largo plazo.
4. Regula la presión sanguínea
Reír, a corto plazo, reduce la ansiedad y la reactividad en las personas, lo cual reduce la presión sanguínea. No obstante, como sabemos que la risa es producto de un estado mental, podemos trabajar nuestros pensamientos para tomarnos la vida de una manera más optimista y que la risa no sólo sea algo casual, sino un hábito de vida. Esto nos protegerá de muchas enfermedades, entre ellas la hipertensión, reduciendo así el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares como las coronarias.
5. Refuerza el sistema inmune
De hecho, hace pocos años que se ha creado todo un campo de investigación para estudiar las relaciones entre las emociones y la salud física, al que se ha llamado “psiconeuroinmunología”. Esto nace del descubrimiento de la gran cantidad de conexiones que existen entre el sistema nervioso central (que son nuestro cerebro y médula espinal), el sistema endocrino (el encargado de liberar hormonas) y el sistema inmunológico (que se encarga de producir anticuerpos para luchar contra enfermedades). Una de las conclusiones que se han extraído es que un estado de ánimo positivo protege de enfermedades, incluso estando expuesto a ellas, y mejora el pronóstico de enfermedades como el cáncer, la diabetes y el asma.
6. Reduce la sensación de dolor
Al reír segregamos endorfinas, sustancias que están relacionadas con una sensación de bienestar y los efectos de las cuales se equiparan a los de la morfina. Una de sus propiedades es su efecto analgésico, reduciendo la sensación de dolor, con efectos incluso 20 veces más potentes que algunos medicamentos.
7. Es un buen antiinflamatorio
Las mismas endorfinas que ayudan a tolerar mejor el dolor, también tienen un efecto antiinflamatorio. Por eso, reír es altamente recomendable en muchas enfermedades crónicas, por ejemplo, para la artritis.
8. Mejora la respiración
Cuando estamos riendo se triplica la cantidad de aire bombeada por los pulmones, al expandir los alvéolos pulmonares tres veces más que durante la respiración normal. De ahí a que cuando estamos bebiendo o comiendo algo y de repente comenzamos a reírnos, nos atragantemos. Ya que el flujo de aire aumenta en cuestión de segundos y todo nos entra más rápido de lo que calculábamos. Además, esto hace que se oxigene más la piel, por lo que dicen que reír tiene un efecto rejuvenecedor.
9. Ayuda a limpiar el organismo
En toda la cadena de efectos fisiológicos sobre el cuerpo, se incluye un aumento de salivación, de lubricación lacrimal, un incremento de la oxigenación y una apertura de las vías respiratorias, incluyendo descongestión de la nariz y los oídos. Todo ello contribuye a una depuración el organismo y la expulsión de sustancias tóxicas.
10. Haces ejercicio aeróbico
Durante el acto de reír se movilizan más de 400 músculos del cuerpo que se mueven intermitentementemediante contracciones y relajaciones, algo así como un espasmo. Esto produce la tonificación de los músculos y, junto al aumento del riego sanguíneo, hace de la risa un gran ejercicio aeróbico.
11. Facilita la digestión
La gran mayoría de los músculos implicados en el acto de reír se encuentran en la cara y en la zona abdominal, de hecho, muchos de los que se activan en esta zona al reír sólo pueden activarse de esta forma. Este movimiento abdominal masajea y favorece el tránsito intestinal, facilitando la digestión.
12. Fingir la risa produce los mismos efectos
Varios estudios han identificado muchos tipos de risa, pero en concreto las que más se han estudiado son la ensayada y la espontánea. El gran hallazgo ha sido que el cerebro, al parecer, no sabe distinguir entre ambas. Por lo que las dos se asocian a los mismos patrones cerebrales y producen los mismos efectos a nivel psicofisiológico. Por eso se dice que, no hay que esperar a estar feliz para empezar a reír, puedes decidir sentirte feliz empezando a reír.
13. Mejora tus relaciones sociales
La risa es percibida como un signo de espontaneidad, autenticidad, dinamismo, positividad y cercanía, por lo que las personas que ríen con frecuencia resultan más atractivas para los demás y suelen parecer más aproximables. Por ello, atraen a más personas, por más tiempo, y además personas que comparten ese estado anímico, por lo que se hace más fácil mantener un ánimo positivo.
14. Harás reír a otras personas
Nuestro cerebro contiene unas neuronas conocidas como “neuronas espejo” que se encargan de recoger las actitudes y comportamientos que observamos a nuestro alrededor, activando los circuitos neuronales relacionados con esa acción en nosotros mismos, como si también lo estuviésemos haciendo. Estas neuronas nos dotan de una capacidad muy importante en las personas, que es la empatía. Así por ejemplo, cuando vemos a alguien reír, cerebralmente nos activamos como si también estuviésemos riendo para, muy probablemente, acabar haciéndolo.
15. Tiene efectos similares al orgasmo
Reír produce en nuestro cuerpo una serie de cambios. Por ejemplo, nuestra temperatura corporal aumenta, nuestra piel se enrojece, un gran número de músculos de nuestro cuerpo se contrae intermitentemente, nuestra respiración se acelera, los ojos se humedecen, al terminar de reír se produce una sensación de desasosiego… ¿Así que, a qué esperáis para empezar a reír?
Fuente: Mentesana Cristina López Conesa
Referencias bibliográficas:
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- Martin, R. A. (2001). Humor, laughter, and physical health: methodological issues and research findings. Psychological Bulletin, 127(4), 504-519.
- Mora, R. y García, M. C. (2008). El valor terapéutico de la risa en medicina. Medicina Clínica, 131(18).
- Sultanoff, S. M. (2013). Integrating humor into psychotherapy: Research, therapy, and the necessary conditions for the presence of therapeutic humor in helping relationships. The Humanistic Psychologist, 41, 388-399.